Siempre resulta una agradable sorpresa cuando una película de terror estadounidense decide arriesgarlo todo. Optar por la mejor narrativa para la película, incluso arriesgándose a la inevitable reacción negativa del público mainstream, es lo que a menudo resulta en las películas de terror más memorables y duraderas. Es crucial entender que el éxito de fenómenos extremos como la trilogía Terrifier no se debe al público casual que busca carnicería, sino a los verdaderos amantes del terror que anhelan propuestas insólitas e intensas.
Por ello, es de agradecer que un gran estudio, al lanzar una secuela de una propiedad relativamente conocida, permita la audacia que se ve en Smile 2. Esto es un bienvenido obsequio para una primera entrega ya sólida. La película original, Smile (2022), sorprendió al ser genuinamente escalofriante, inesperadamente brutal y al mostrar poco interés en un final complaciente. Terminó de manera desesperanzadora, y fue uno de los mejores estrenos de terror de su año, que fue excepcional para el género (Barbarian, Nope, Talk to Me, X y Pearl).
Como cualquier secuela, Smile 2 tenía el desafío de justificar su existencia. El tráiler de esta segunda parte me generó, ingenuamente, una expectativa y un optimismo que el tráiler de la primera nunca logró. Aunque todos los fans del género hemos sido decepcionados por películas muy esperadas —como lo fue la secuela de Joker—, ocasionalmente aparece un Smile 2 que está a la altura de su predecesora.
Smile 2 es sorprendentemente despiadada. Si bien se esperaba cierta intensidad, la película logra impactar al optar por secuencias seriamente extremas. Raramente permite un respiro para la reflexión, y si lo hace, es breve y fugaz antes de que la tortura continúe. Gran parte del mérito recae en la interpretación de Naomi Scott, cuya actuación maníaca y de paranoia, sumada a una excelente cinematografía y banda sonora, hace que la locura de la protagonista se desborde sin esfuerzo a la audiencia. Scott ofrece una de las mejores actuaciones de terror del año.
La secuela retoma la historia poco después de los eventos de la primera entrega. La víctima más reciente busca desesperadamente transmitir la maldición sin la habitual obligación de morir. Como era de esperar, el intento fracasa y la maldición se adhiere a su víctima más famosa hasta la fecha: la superestrella pop Skye Riley. A partir de ese momento, la entidad se dedica a destruir la existencia de Skye. Lo que más me gustó es la elección estratégica de la víctima: al aferrarse a una cantante famosa, la entidad demuestra una inteligencia siniestra, utilizando el alcance de su fama para atormentar a la víctima ante la mayor cantidad de ojos posibles.
Smile 2 es una secuela asombrosa para una primera película que ya lo fue. Estas dos entregas, que por el aspecto de sus tráilers parecían destinadas a pasar sin pena ni gloria, no solo son buenas, sino completamente valiosas. Para ser un lanzamiento de terror mainstream, es inusualmente brutal e implacable. El acto final es audaz, y la película se vuelve totalmente “gonzo” con efectos de monstruos que crean secuencias impactantes, enviando un claro mensaje de que esta franquicia viene en serio y no tiene piedad.
