“El Club de los Milagros” es una emotiva película ambientada en la Irlanda de los años 60, protagonizada por Kathy Bates y Maggie Smith. La trama se centra en un grupo de mujeres con sueños y miedos secretos que emprenden una peregrinación de la parroquia a Lourdes. El filme busca ser una conmovedora historia sobre encontrar la compasión mutua, sugiriendo que el verdadero milagro reside en los lazos de amistad. Sin embargo, la película no logra alcanzar su potencial, en parte debido a la inclusión de Laura Linney, cuya actuación, más seria e inerte, es opacada por las interpretaciones más vívidas y ricas de sus compañeras de reparto.
La historia se sitúa en un difícil distrito de Dublín, donde cuatro mujeres tienen sus motivos para ir a Lourdes. La dura y pragmática Eileen Dunne (Kathy Bates) va preocupada por un bulto en su pecho, prefiriendo la peregrinación a visitar al médico, mientras su arisco esposo Frank (Stephen Rea) se queja de quién le cocinará. Lily Fox (Maggie Smith) se une con una pequeña cojera, pero su razón principal es el dolor espiritual por la pérdida de su hijo. La joven Dolly Hennessy (Agnes O’Casey) espera un milagro para su hijo, que por alguna razón se niega a hablar.
La tensión aumenta con la llegada de Chrissie (Laura Linney) desde Estados Unidos. Chrissie es la hija díscola de la mejor amiga de las mujeres, quien abandonó el pueblo veinte años atrás en medio de un escándalo. Chrissie también quiere unirse al viaje, pero es recibida con resentimiento y desconfianza por las mujeres mayores, que ya lidian con los maridos que se oponen a cualquier iniciativa independiente de sus esposas.
Una vez que las mujeres llegan a Lourdes, acompañadas por el bondadoso Padre Dermot (Mark O’Halloran), la película encuentra algunos momentos cómicos. Uno de los puntos más genuinos es la escena de los baños de agua bendita, donde Bates y Smith, vestidas con toallas, se sumergen con horror fingido y genuino en las heladas aguas. Esta escena contrasta hábilmente con los flashbacks de mujeres que, en la Irlanda de la época, usaban baños de agua helada para intentar provocar abortos espontáneos.
A pesar de estos destellos de humor negro y verdad, la actuación solemne de Linney y las revelaciones más oscuras de la trama se sienten desaprovechadas debido al tono general de sentimentalismo complaciente de la película. Las figuras de Eileen y Lily recuerdan vagamente a la matriarca dublinesa Agnes Browne. Es una película que exige una considerable dosis de indulgencia piadosa por parte del espectador.
