La película «El rapto» muestra fielmente la pesadilla de todo padre: ¿qué sucede cuando te quitan a tu hijo? Y peor aún, ¿qué pasaría si esa horrible realidad estuviera consagrada en la ley, exactamente lo que usted esperaría que le ayudara a recibir justicia? Es difícil no dejarse llevar por las emociones de «El rapto» de Marco Bellocchio y la historia del joven Edgardo Mortara (Enea Sala), separado de su familia y obligado a una vida de catolicismo. El lenguaje visual del guionista y director Bellocchio es esencial para la narración: esta es una película asombrosamente hermosa, y su vasto sentido de escala resalta efectivamente la lucha abrumadora de la familia Mortara y la crisis de fe personal de Edgardo.
Basado en una historia real, el guión de Bellocchio logra hacer que una historia espinosa y complicada parezca accesible, rastreando décadas de conflicto en más de dos horas de duración. Un drama histórico sobre religiones en conflicto puede parecer desalentador, pero tiene un ritmo impecable y está impulsado por las emociones, lo que hace que la naturaleza tensa de la historia sea tremendamente observable. Secuestrado se inclina hacia el melodrama e incluso se entrega a la pura fantasía, impulsada por una tremenda partitura de Fabio Massimo Capogrosso, una forma sorprendente pero inteligente de reconciliar una parte tan fascinante de la historia.
Esta película tiene mucho que decir y mucho terreno que cubrir, pero «El rapto» es más sorprendente cuando se centra en Edgardo y el conflicto entre su amor por su fe judía y su familia, y la vida a la que se ha visto obligado. La actuación de Enea Sala es magistral: se convierte instantáneamente en una de las actuaciones infantiles más brillantes de todos los tiempos. Puedes sentir su angustia y confusión cuando lo arrancan de todo lo que ama y lo obligan a vivir una vida que no quería.
A pesar del fuerte enfoque de la película en la religión, es evidente que consigue aprovechar algo más profundo que una simple historia de fe; pues incluso los no creyentes serán arrastrados por su poder. Es un placer para la vista, pero es el efecto en el corazón lo que permanece contigo mucho después de terminar la película.