En este cuento animado sobre la amistad – y posiblemente algo más – entre un perro y un robot en el Nueva York de los años 80, hay dulzura, tristeza y encanto. Se trata de un universo poblado únicamente por animales antropomorfizados; no hay humanos y no hay diálogos.
El director de Robot Dreams es Pablo Berger, trabajando a partir de un guion que coescribió con Sara Varon, adaptando su novela gráfica de 2007. Su historia está impregnada de comedia, ternura, soledad y amistad; en realidad, probablemente sea un poco lenta para la mayoría de los menores de 10 años. Lo mejor de todo seguramente pasará desapercibido para los más pequeños: el antiguo Nueva York, descuidado y no gentrificado, con grafitis y basura, vibrante de autenticidad y energía.
En un bloque de apartamentos de Nueva York, Dog pasa las noches solitarias comiendo macarrones precocinados para uno. (Dentro de su microondas, gruesos grumos de queso salpican como lava hirviendo; la animación es una absoluta delicia). Los días solitarios de Dog terminan cuando compra un robot de amistad, el Amica 2000. La pareja se convierte en mejores amigos (aunque la forma en que se cogen de las manos sugiere que podría haber algo más). La sed de vida del robot es contagiosa: observar con alegría a un pulpo músico tocando en el metro; sentir la arena bajo sus dedos metálicos en Coney Island. (Mi imagen favorita de la película es un rinoceronte tomando el sol en tanga.).
Lo que sucede a continuación en la playa explica el título. Después de remar en el mar, las articulaciones de Robot se oxidan; no puede moverse. Pero es el último día de la temporada, y la playa está cerrada, fuera de los límites hasta la próxima primavera. Así que pobre Robot yace todo el invierno en la arena, su imaginación divagando. Y vaya sueños; en uno, se imagina a sí mismo en El Mago de Oz, con girasoles que bailan claqué como en una rutina de Busby Berkeley. Mientras tanto, en la ciudad, Dog hace todo lo posible para liberar a Robot de la playa. Luego añora, y luego, lentamente … surge la pregunta, ¿cuándo está bien que el corazón siga adelante?
Esta es una película dulce y tierna, posiblemente un poco blandita. Aun así, desafío a cualquiera a ver los momentos finales sin sentir un nudo en la garganta.