Llegando como una alternativa a la exitosa comedia de Marvel, Deadpool y Lobezno, el drama romántico de Blake Lively, «Romper el círculo«, se presenta con un brillo y una gracia que buscan captar la atención de un público potente y apasionado. Este filme, basado en el bestseller de Colleen Hoover, una autora que se ha convertido en un fenómeno tras su auto-publicación, ha alcanzado una notable popularidad, impulsada en parte por la efervescencia de BookTok y el auge de la lectura escapista durante la pandemia. Sus novelas han vendido más de 20 millones de copias en todo el mundo, siendo «Romper el círculo» la más aclamada.
Las seguidoras de Hoover, conocidas como CoHo, son tan fervientes que la autora ha lanzado productos como uñas postizas de marca, sudaderas con citas y pendientes inspirados en sus personajes. Con la esperanza de lograr un éxito similar al de «Cincuenta sombras de Grey», los derechos de adaptación se adquirieron rápidamente, y la promoción se ha dirigido astutamente a otro grupo de fanáticos aún más entusiastas y económicamente poderosos: los Swifties. Lively, amiga cercana de la cantante, protagoniza el filme, que se anuncia con un tráiler acompañado de una de sus canciones, lleno de guiños que evocan un fanfic oficial (cabello largo, colores otoñales y la mencionada canción escuchándose casi al final).
Este acto de sinergia es un claro indicativo de por qué «Romper el círculo» tiene el potencial de convertirse en un gran éxito de finales de verano. Sin embargo, detrás de estas frías estrategias de marketing se esconde una película sorprendentemente cálida y conmovedora, que rinde homenaje tanto a las películas femeninas de las décadas de 1940 y 1950 como a las producciones de estudio lideradas por mujeres de los años 90.
Aunque al principio puede parecer extraño que una película gire en torno a una florista llamada Lily Blossom Bloom, el guion de Christy Hall, escritora de «Daddio», destaca por su aguda y necesaria autoconciencia. Hall logra un equilibrio delicado al tomar en serio el material original, mientras comprende que un nuevo público, menos vinculado y más amplio, se acercará con preguntas y escepticismo. Su habilidad para manejar esta complejidad sugiere que Hoover podría evitar el destino de EL James en una inevitable secuela. Y esto es solo el comienzo.
Lively’s Bloom es una mujer que lidia con la reciente muerte de un padre abusivo, una pérdida que no le provoca el duelo esperado. En su búsqueda de un nuevo comienzo, decide abrir una floristería, un sueño que finalmente se convierte en realidad. Su vida da un giro inesperado al conocer a Ryle Kincaid, un neurocirujano reacio al compromiso, interpretado por Justin Baldoni, quien también dirige la película. Tras un ingenioso comentario sobre su nombre, Lively se siente atraída por él, y ambos comienzan a derribar las barreras que habían construido.
Sin embargo, un reencuentro fortuito con Atlas, su primer amor, la confronta con un pasado que había intentado dejar atrás y le sirve de recordatorio de una realidad más oscura de lo que había imaginado. Aunque la trama puede parecer un cliché de telenovela, su desarrollo revela una madurez sorprendente, abordando el tema del abuso de manera menos convencional y más compleja.
La dirección de Baldoni es brillante y visualmente impactante, haciendo que el presupuesto de 25 millones de dólares luzca como el doble. Los diálogos de Hall, aunque a veces simplistas, son creíbles y aportan autenticidad a este mundo elevado, permitiendo al espectador conectar emocionalmente.
Al igual que en «El secreto de Adaline», Lively parece decidida a revivir un melodrama que ha estado ausente en los últimos años, ofreciendo una actuación cálida y química notable con sus coestrellas, incluida la encantadora Jenny Slate. Aunque las lecciones sobre la autoaceptación y el amor propio pueden resultar predecibles, «Romper el círculo» prioriza el corazón, presentando una historia de emociones intensas que resuena profundamente.